Matrimonio entre iguales



por Javier S.

La libertad de ser gay con respeto y dignidad no tiene nada que ver con una "elección de vida". No se elige ser gay. No es una conducta sexual. Ser gay es una identidad. No se resume en lo que se hace en la cama. Es la validación de un deseo que se concreta en los afectos, los proyectos con la pareja y la construcción de una sociedad más justa. Es una orientación afectivo-sexual, no una "elección" u "opción" como tampoco lo es la heterosexualidad. El matrimonio gay es el contrato del derecho positivo necesario en un estado laico para constituir familias con amor, filiación y derechos sociales y civiles comunes. Es la legitimación de un derecho existente y ya practicado desde la desigualdad por la ausencia de marco regulatorio legal.

El matrimonio es un constructo histórico-social cultural que no puede fundamentarse en el binomio reproductivista basado en la procreación como causal natural. El matrimonio no puede validarse desde la creencia o la fe, puesto que un país no es gobernado desde la lógica de la creencia y la fe. Ningún orden jerárquico religioso puede imponer visiones que deformen la dignidad de las personas y la dignidad de las parejas. Ninguna religión puede restar al sentido común, al amor verdadero (no hipócrita) y a la ley. Ninguna manipulación ideológico simbólica puede erguirse por sobre la realidad del ser humano diferenciando y categorizando, separando y excluyendo. Es sólo desde una profunda comprensión del amor y desde una profundo acto de humildad por comprender las circunstancias ajenas que una religión crece y se afianza. Todo ese discurso difamatorio sobre la caída de valores contrastada con el matrimonio gay es una falacia sin sentido. Habría que ver cuantos hombres y mujeres gays lesbianas bisexuales y trans viven en una escala de valores que a muchos que se oponen al matrimonio entre iguales son incapaces de cumplir.

Quiero engrandecer mi comunidad y mi país desde la perspectiva de que lo que me pasa le pasa a otros y tiene el sentido, aunque negado, de una reivindicación social. Es loable que tras las dificultades para revelar nuestra identidad, tengamos el valor de salir a la calle a hacernos oir y hacernos valer. Es loable para un país que, después de la larga historia de silenciamiento y dictadura sexual, podamos hoy tener diputados y senadores heterosexuales que prestan sus voces y sus argumentos para que vivamos en una verdadera convivencia de diferencias, bien entendidas, y diversidades, bien atendidas.

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