Identidad Sexual, Homofobia, Closet y Escuela

“La identidad es lo que abre la posibilidad de una narración de un relato que pueda compartirse, de una biografía, que es lo que la vida humana tiene de específico, redactando el discurso biopolítico de las sociedades. De este modo, la identidad es algo que concierne por igual al sujeto singular como a la gramática colectiva de lo plural que exige la producción y el respeto del semejante.

“Cuando mencionamos la noción de semejante aludimos a lo que no es capturable en el clonaje, lo que no busca ni alienta la imagen especular, lo que rompe el encierro narcisista del espejo. Cuando decimos ‘semejante’ nos referimos a la capacidad del sujeto de ser reconocido como habitadopor la diferencia. Lejos de ser un inmutable, la identidad, como bien lo afirmara Galeano en El libro de los abrazos, es todo lo que no es una pieza de museo quietecita en la vitrina.

“(...) La cuestión de la identidad está sustancialmente enlazada a la del reconocimiento (Anerkennug, como nos enseña Hegel) y de la acción mediada por el lenguaje (léxis) (como nos enseña Arendt). Los términos de la identidad son todos de naturaleza relacional, son imposibles sin un otro y resultan de este modo y cada vez de la original manera de combinar y recombinar lazos previos e identificaciones sucesivas, construcción (con lo que esto da cuenta del despliegue de un proyecto), hallazgo y firma.

En el libro Una historia natural de la homosexualidad, el psiquiatra norteamericano Fracis Mondimore afirma que “a pesar de la certeza con la que la mayoría de los adultos habla de la orientación sexual, si reflexionamos un momento veremos que los niños no conocen el concepto de la orientación sexual y la pregunta ‘¿eres homosexual?’ les desconcertaría”.

No obstante lo anterior, y tal como afirma Mondimore más adelante, “los niños aprenden las etiquetas de la orientación sexual varios años antes de ser capaces de comprender el concepto de dicha orientación. Lamentablemente, las primeras etiquetas que aprenden los niños suelen ser motivo de mofa. Ya años antes de sentir deseos sexuales maduros o de conocer conceptos vinculados a la orientación sexual, se oye a los niños de enseñanza primaria decirse entre sí
palabras como marica o maricón y marimacho para mostrarse desprecio”.

Mondimore señala que “al entrevistar a homosexuales adultos, muchos (aunque no todos) dicen que de pequeños se sentían ‘diferentes’ de los demás niños”. Continúa más adelante: “Richard Troiden, un científico social que ha escrito mucho acerca del proceso de formación de la identidad en los homosexuales, ha calificado estas experiencias tempranas de «diferencias» que se dan entre las edades de seis y doce años de «fase de sensibilización» en el desarrollo de la identidad homosexual. Utiliza la palabra prehomosexual para subrayar que esos niños generalmente no se consideran sexualmente diferentes y que la palabra homosexual no tiene para ellos ningún significado. Esos niños asumen que de mayores serán mamás y papás como sus padres, es decir, heterosexuales.

“Durante esos años, estos niños se «hacen sensibles» a dos cosas: a sentirse diferentes de sus compañeros y a una serie de etiquetas y de actitudes. Las etiquetas pueden ser homosexual o gay aunque también lesbiana, y maricón, marica, etc. Las actitudes son generalmente el desprecio, la aversión o incluso el disgusto. El prejuicio antihomosexual de nuestra sociedad se transmite a los niños desde una edad muy temprana, incluso a los niños «prehomosexuales». El término homofobia internalizada se suele utilizar para referirse al prejuicio antihomosexual incorporado de los padres y de los compañeros y que penetra profundamente en la psique en desarrollo, llegando a enconarse durante varios años antes de infligir dolor de repente durante la adolescencia o la vida adulta.

“(...) Los adolescentes notan los cambios físicos en su cuerpo y en el cuerpo de sus compañeros y comparan su progresivo desarrollo. La intensa preocupación por la ropa y el acicalamiento reflejan una preocupación más interna por el desarrollo de los senos y la musculatura, el crecimiento de la barba, del pelo púbico y de los genitales. Al evaluar constantemente el desarrollo de sus compañeros, los adolescentes lo comparan con el suyo y sacan conclusiones.

También comparan sus sentimientos y su conducta como si fueran atributos físicos. Los chicos notan la expresión de admiración de sus compañeros ante una chica atractiva. Las chicas hablan de qué chicos son «monos». Pronto, las conversaciones se hacen más abiertamente sexuales y se discute con entusiasmo la preferencia por conductas sexuales concretas con determinadas parejas. Los más intrépidos empiezan pronto a alardear de encuentros sexuales.

“Algunos adolescentes empiezan a reconocer una incongruencia entre sus propios sentimientos y los sentimientos de sus compañeros. Esta incongruencia puede adoptar la forma de una pérdida del intenso interés que manifiestan sus compañeros por el sexo opuesto, o una toma de conciencia del interés por el propio sexo o de ambos. Al haber acumulado ya algún conocimiento de lo que significa la homosexualidad, el adolescente toma conciencia de que este fenómeno puede tener una importancia personal.”

Mondimore señala más adelante que la mayor parte de la confusión que los adolescentes suelen sentir en ese momento “surge del conflicto entre sus incipientes sentimientos homosexuales y su presunción hasta la fecha de que era heterosexual «como todo el mundo».
“El estigma que rodea a la homosexualidad y que el individuo internalizó de joven añade aun más connotaciones a este dilema. El adolescente se enfrenta a la posibilidad de que su imagen previa de persona «normal» sea incorrecta y en realidad sea terriblemente «anormal», «pervertido», «pecaminoso» o cualquier otro adjetivo negativo que surja de la estigmatización interna de la homosexualidad.

“Cuando una persona se enfrenta a dos hechos contradictorios, y ambos parecen ciertos, resulta de ello un estado psicológico que se ha denominado «disonancia cognitiva». Este estado de desconcierto y desorientación a menudo se acompaña de una profunda ansiedad y de miedo, de sensaciones desagradables que hacen que el individuo trate de resolver rápidamente la situación.
Enfrentado a estos sentimientos nuevos e inesperados, el individuo se ve forzado a analizar su autoimagen anterior a la luz de la nueva información.”

Las edades en las que los fenómenos descriptos por Mondimore comienzan a producirse no son siempre las mismas. En los últimos tiempos, los estudios muestran que ha descendido la edad de iniciación sexual de los y las adolescentes, así como la edad en la que la sexualidad comienza a formar parte importante de sus preocupaciones, individual y socialmente.

Como parte de este fenómeno general, los y las adolescentes homosexuales o bisexuales toman conciencia de su sexualidad en edades más tempranas. No obstante lo anterior, podemos decir que, en general, los procesos antes descriptos se desarrollan al interior de la personalidad de los/las niños/as y adolescentes en simultáneo con su paso por el sistema escolar.

La escuela es, en esos años, junto con la familia, los amigos y los medios masivos de comunicación, una de las principales fuentes de información para niños/as y jóvenes. Es, por cierto, una fuente de información socialmente legitimada. Y no podemos olvidar que la escuela es, además, un lugar donde niños/as y jóvenes pasan buena parte del día durante la mayor parte del año.
Es imposible, entonces, disociar a la escuela de acontecimientos tan cruciales en la constitución de la subjetividad de sus educandos.

Adaptado por Javier S. de “Educación y diversidad sexual” (Bruno Bimbi)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Crucial tema el de la escuela y cómo tendría que volverse un espacio de respeto a la diversidad sexual. Ahora mismo, en México, cobra importancia la detección, denuncia y tratamiento del maltrato entre compañeros. Un rubro muy importante de los maltratos físicos y psicológicos que padecen muchos estudiantes en primarias y secundarias es justamente el que se refiere al estigma de ser tachado como "maricón". Yo trato de ser agente del cambio de mentalidad en ese ámbito tan fundamental de la sociedad. Aunque no doy clases en esos niveles, sí trabajo en una preparatoria y en una universidad: no permito en clase el lenguaje homófobo.

Javier dijo...

Gracias por tu opinión. Es un tema invisible para muchas personas hoy en día porque creen que se vive mejor la identidad sexual pero aún hay mucha homofobia. Te proponemos estas otras entradas relacionadas: http://diversidadsexualeidentidad.blogspot.com/search/label/Educaci%C3%B3n