El 28 de junio todos los años se celebra el día internacional del orgullo gay lésbico trans bisexual en conmemoración de la resistencia generada en el bar Stonewall del barrio Greenwich Village de la ciudad de Nueva York (1969). Tras las innumerables razias policiales que perseguían a la comunidad de la diversidad sexual, los asistentes a dicho bar se defendieron y la revuelta dio origen al movimiento internacional por los derechos de lesbianas, trans, gays y bisexuales iniciado en Alemania por Magnus Hirschfeld.
Mientras orgullo en español significa (R.A.E) arrogancia, vanidad, exceso de estimación
propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas, pride, el equivalente en inglés, sugiere (Merrian Webster's) autoestima excesiva, engreimiento y/o respeto justificado o razonable a uno mismo.La noción básica del orgullo gay consiste en que ninguna persona debe avergonzarse de lo que es, cualquiera sea su género u orientación sexual. El término escogido («orgullo») tiene probablemente más sentido, desde un punto de vista lingüístico, en inglés que en español. En efecto, la idea que parece transmitir este concepto es más bien la de una dignidad intrínseca de cada ser humano, que no debe verse afectada por su conducta ni orientación sexual. En tal sentido, la traducción más correcta debería ser dignidad gay.
Dentro de la comunidad homosexual algunos rechazan la noción de orgullo gay, pues perciben en
ella un énfasis excesivo en la
orientación sexual que no consideran importante y una falta de discreción, modestia y sumisión, lo que eventualmente podría perjudicar la propia causa de los derechos de los homosexuales al reivindicar demasiado alto los derechos. Proponen, en cambio, evitar un activismo estridente a fin de incorporar más fácilmente el discurso por la no diferencia de los homosexuales a las ideas comunes que marca la opinión pública. Otros críticos ven en la noción de orgullo una suerte de
desprecio hacia la identidad de cada individuo, pues cada uno –incluso cada homosexual— vive su orientación sexual sin necesidad de identificarse con un estereotipo determinado y por tanto los que tienen una identidad gay deberían llevarlo más discretamente.
Sin embargo, más allá de la transparencia léxica del término con respecto a la realidad que
intenta significar, una marcha por la dignidad de la identidad sexual es un acto colectivo de emancipación y reivindicación social. Es un acto de reafirmación que busca hacer visibles formas de ser que han sido vividas en el ocultamiento y la vergüenza. Es un ejercicio de respeto a
la diversidad humana y a las expresiones de género que
jaquean el reduccionismo biológico del género (mujer=femenino, hombre=masculino) y validan lo cultural en el hombre como requisito previo para la construcción de derechos humanos como práctica de la libertad.
Javier Sosa
No hay comentarios:
Publicar un comentario