La soledad puede sentirse como el peor enemigo. Pero no lo es. El problema es olvidarse que el enemigo existe hasta la próxima vez que nos topamos con él. El enemigo lleva comúnmente el nombre de homofobia internalizada, nuestra crianza nos ha llevado a internalizar los mismos mensajes heterosexistas de lxs demás. Incluso nuestros padres generalmente tienen grandes obstáculos para aceptarnos una vez que lo saben. Igualmente su desafío no es comparable al nuestro. Nuestra opresión interna es más aterradora que cualquier otro sentimiento pudieran tener sobre nosotrxs. Aceptarnos a nosotros mismos es el primer paso, ¿pero cuáles son los próximos?
Tener una identidad afectivo sexual positiva no resuelve las dificultades que se presentan en la vida social. Existe ignorancia e información errónea que subyacen en el imaginario social y esto resulta en desigualdad. Esta desigualdad significa que muchxs enfrentamos el desempleo, la pérdida del trabajo o trabas en el ascenso cuando uno habla abiertamente de su orientación sexual. Las relaciones familiares pueden desgastarse, a veces indefinidamente. Podemos sentir vergüenza ante la incomprensión o el rechazo ajeno. La homofobia y el heterosexismo existen en todas partes y su repercusión se manifiesta desde la evasión o la mirada despectiva hasta los insultos, la agresión física y la muerte. Mucha gente en nuestra sociedad no lo comprende.
¿Por qué entonces deberíamos desarrollar una identidad positiva? ¿No es demasiado? ¿No sería mejor si la reservásemos para nosotrxs mismxs simulando ser heterosexuales? La respuesta es un NO absoluto. Las consecuencias psicológicas son extremadamente dañinas. Además de los intentos de suicidio otros estados incluyen la ausencia de pasión en la vida, la falta de sentido de vitalidad y los sentimientos de agotamiento personal. Una identidad afectivo sexual negaiva conduce a todo tipo de conflictos emocionales, en particular a la ansiedad y a la depresión.
El hecho de actuar la heterosexualidad es una estrategia adolescente que con el tiempo resulta insana o autodestructiva por el estrés emocional subyacente. Un ejemplo de esto es el comportamiento sexual irresponsable que incluye la exposición a la infección con VIH por la desvalorización del sexo seguro. Otros ejemplos son la compulsión sexual por encuentros ocasionales que provocan un vacío personal, el exceso de responsabilidades (estudio, trabajo) para evitar afrontar la satisfacción del deseo sexual o el abuso de drogas y/o alcohol.
Alcanzar una identidad sexual positiva implica desarrollar una autoestima relacionada con nuestra orientación sexual o identidad de género. Es decir, internalizar un sentido de igualdad social similar al del resto, valorando nuestra singularidad y la riqueza que proviene de ser nosotrxs mismxs, y superar nuestra propia homofobia internalizada. Una identidad afectivo sexual positiva implica liberación, inspiración, coraje, fortaleza, inconformidad, aceptación propia, aceptación de los otros, singularidad y amor. Esto es, ser nosotros mismos en todos los sentidos de nuestra existencia. ¿Estamos preparadxs para ver de qué se trata?
No hay comentarios:
Publicar un comentario